resumenes
  La Guerra de los Mundos
 
Contenido de la nadie hubiera pensado en los últimos años del siglo diecinueve que este mundo era observado cercana y rigurosamente por seres más inteligentes que el hombre, aunque tan mortales como él; que mientras los hombres estaban ocupados en sus diversos asuntos eran observados y examinados, quizá tan detalladamente como alguien que estudia con un microscopio a las criaturas que pasan, se aglomeran y se multiplican en una gota de agua. Con infinita complacencia los hombres iban y venían por todo el globo terráqueo ocupándose de sus pequeños problemas, confiando en la seguridad de su imperio sobre la materia. Es posible que los infusorios debajo del microscopio hagan lo mismo. Nadie había pensado en los viejos mundos del espacio como fuentes de peligro para la humanidad, o si alguien lo hizo, fue tan sólo para considerar cualquier forma de vida en ellos como imposible o improbable. Resulta curioso recordar algunas ideas comunes en aquellos días; a lo sumo, los habitantes de la Tierra imaginaban que podía haber otros hombres en Marte, tal vez inferiores a ellos y listos para dar la bienvenida a una expedición misionaria. Sin embargo, a lo largo del golfo del espacio, mentes que para nosotros resultan lo mismo que las nuestras para las bestias que parecen –unos intelectos vastos, serenos e indiferentes- contemplaban este planeta con ojos de envidia, y lentos y seguros trazaban sus planes contra nosotros. A comienzos del siglo veinte llegó la gran desilusión."

Con esa palabras Wells da inició a la historia que transcurre en Inglaterra a principios del siglo XIX, época en la cual el mundo todavía no había sido testigo de dos grandes guerras mundiales y de todos los conflictos que le sucedieron, así como, de los avances tecnológicos y científicos que paradójicamente, han incrementado el poder del hombre para luchar contra la muerte o bien, poder ocasionar la de miles de personas en minutos. Aún se puede decir incluso, que en la época de Wells aún no se conocía la destrucción del medio ambiente que hoy se ha generado y por lo cual, hoy sería imposible creer que alguna forma de vida viera con ojos de “envidia” la vida en la tierra.

La novela es la narración de una conquista en la que lejos de tratarse de una guerra de los mundos, como el mismo Wells la llama, se trata de una aniquilación donde esta vez la víctima es el hombre, ese ser acostumbrado a dominar el mundo y toda forma de vida existente en él.

El personaje con el que Wells da vida a su historia es un escritor el cual recuerda lo vivido desde que son observados una serie de proyectiles que salían del planeta Marte con dirección a la tierra hasta, las peripecias que vive él y otros personajes que lo acompañan en su travesía para poder salvar su vida durante la invasión.

Todo comienza una noche de agosto cuando se observó caer un proyectil proveniente del planeta Marte en un lugar llamado Horsell Common en Inglaterra; dicho proyectil se describe como un gran cilindro con un diámetro de alrededor de 50 metros, que en un principio se pensó era un meteorito.

Las personas que se arremolinan para observar el objeto desconocido fueron testigos de un primer contacto que fue, para sorpresa de todos, con “unas horribles bestias” que a pesar de sus formas repulsivas parecidas a la de un pulpo, demostraban ser unos seres inteligentes a los cuales, se les tenía que demostrar que la raza humana también lo es. Sin embargo, es aquí donde comienza la aniquilación del hombre con armas parecidas a un rayo de luz silencioso que alumbraba a las personas hasta convertirlas en fuego.

La época en la que transcurre la invasión, las comunicaciones eran todavía muy rudimentarias, razón por la cual, la noticia de la llegada de marcianos se difunde de manera lenta y sobre todo, es la actitud altiva del hombre como raza superior la que no le permitió percibir el verdadero peligro cuando este ya se encontraba frente a ellos pues, aún cuando se habían presentado acontecimientos extraños a su vida común, la gente continuó realizando sus actividades como era costumbre. “Mucha gente había oído hablar del cilindro, claro está, y hablaba de ello en su tiempo libre, pero desde luego no causó la misma sensación que si se le hubiera dado un ultimátum a Alemania. […] Incluso la mayoría de las personas que estaban dentro de un radio de ocho kilómetros no reaccionaban […] En todo el distrito la gente estaba cenando y bebiendo, el trabajador arreglaba su jardín después de un día de trabajo, los niños se iban a dormir, los jóvenes fantaseaban por los caminos del sexo y los estudiantes se educaban frente a sus libros.”(


Así, los ingleses con el peligro enfrente y aún sin saberlo, son el blanco de los marcianos que emprenden la destrucción de la humanidad a través de una guerra química, las naves espaciales y el rayo láser (rayo ardiente) que era capaz de derrumbar casas o deshacer personas al momento del contacto.

Se describe el uso de naves parecidas a un trípode monstruoso de gran altura, que a primera vista parecía una especie de araña metálica con cinco patas ágiles y articuladas y con un gran número de manijas tentáculos móviles por todo el cuerpo, avanzaba a zancadas, destruyendo todo cuanto encontraba a su paso y que contenía en sí, una enorme masa de metal blanco como la canasta de un pescador, de la cual salía a chorros un humo verde.

Se supo así, comenta el personaje, que aquello que en un principio se había pensado eran criaturas rastreras, en realidad eran seres inteligentes controlando enormes cuerpos metálicos de enorme rapidez y que no podían ser destruidos por los batallones que lo intentaron.

Asimismo, el ataque extraterreste se auxilia de la emisión de un humo negro de efecto venenoso que era descargado por medio de unos proyectiles, o mejor descritos, como una especie de latas enormes que descargaban sobre cualquier colina, bosque o grupo de casas y, que al ser estrelladas en el piso, liberaban una gran cantidad de polvo denso y negro como la tinta, formando espirales como de ébano; una inmensa columna de gas que se dispersaba por los alrededores y cuyo roce o inhalación de su espirales ponzoñosas significaba la muerte. Se trataba de un vapor muy pesado, que caía sobre la tierra en una forma liquida más que gaseosa y que fluía entre los valles, las colinas, etc. vapor que no se dispersaba como el gas sino que formaba pequeños grupos y descendía por las colinas sin que el viento la moviera, mezclándose poco a poco con la neblina y la humedad del aire y que al momento de caer al suelo transformado en polvo se pegaba a este pero, una vez que lograba su cometido, era limpiado por los propios marcianos con un chorro de vapor.

De pronto, en tan solo unos días, la ciudad de Londres, una ciudad imponente y colonizadora en la época en que sucede la trama, se encontraba en una situación de desastre producto del pánico. La gente se escondía en las zanjas y en los sótanos y muchos de los sobrevivientes, en su afán de salvarse, se lanzan al éxodo de Londres en una situación de anarquía donde la multitud frenética se dirigía a los poblados de Woking y a Send o bien se movía en manada por los caminos a través de Barnet, por Edgwre y Waltham Abbey así como, por la carreteras del este hacia Sothend y Shoeburyness, y hacia el sur del Támesi hasta Deal y Abroadstais o a cualquier otro lugar, donde se pensaba, se podía estar a salvo de la aniquilación que ya podía sentirse hasta en el aire, por el olor a carne quemada que dejaba el uso del rayo ardiente.

En los muelles de Londres también se describe un pasaje de desesperación, donde todo tipo de barcos y buques de vapor permanecían ahí, tentados por las enormes cantidades de dinero que ofrecían las personas en su intento de alejarse del lugar, situación por la cual, muchos fueron rechazados, muriendo ahogados.

Se cuenta que fueron diez los cilindros que cayeron a la tierra, dos con un intervalo de tiempo bastante largo y los demás llegaron como una lluvia de relámpagos uno tras otro, uno de los cuales cayó en el camino que separaba al escritor de su esposa quien se encontraba en un lugar de nombre Leatherhead donde él mismo, la había llevado a ese lugar para ponerla a salvo pero, del cual tuvo que regresar, para devolver el carruaje que le prestó un hombre dueño de un bar, quien en ese momento ignoraba por completo lo que sucedía.

En los intentos por regresar al lado de su esposa el escritor conoce a dos personajes con los que comparte los riesgos de la invasión: un artillero y un cura. Los personajes a través de los cuales se desarrolla la trama son variados, pero estos dos personajes resultan importantes porque a través de ellos Wells nos invita a muchas reflexiones.

El cura es un personaje del cual podríamos esperar el sostén de la esperanza y la fe, o por lo menos un apoyo moral o espiritual, en la novela tan sólo se muestra como un ser humano más, lleno de miedo y de reproches, sin esperanzas paradójicamente por la misma fe que profesaba pues para él, había llegado el día del juicio final y ante eso nada se podía hacer, situación que finalmente lo lleva a perder la razón.

El otro personaje al que se nombra “el artillero” es un hombre que fantasea sobre la forma en que se dará la superviviencia de la raza humana ¿Qué podemos hacer? se preguntaba en una platica con el escritor.

“Tenemos que inventar un estilo de vida donde los hombres puedan vivir y reproducirse, y estar lo suficientemente seguros como para educar a sus hijos. Sí; espera un poco y dejaré más en claro lo que considero que debe hacerse. Los que sean domesticados vivirán como cualquier animal doméstico; en unas cuantas generaciones más serán grandes, hermosos, de sangre azul y estúpidos. ¡Tonterías! El riesgo recae en quienes permanezcamos libres nos convirtamos en seres salvajes; que degeneremos en una suerte de rata gigante y salvaje ¿Ahora me entiendes?, pretendo vivir debajo del suelo. He estado pensando en las alcantarillas. Por supuesto aquellos que no conocen el drenaje piensan cosas horribles, pero debajo de este Londres hay kilómetros y kilómetros –cientos de kilómetros-, y con unos días de lluvia, el Londres ya vacío las dejará agradables y limpias.

Las cañerías principales son lo suficientemente grandes y ventiladas para cualquiera. También hay bodegas, sótanos, y almacenes de cuyos pasillos pueden abrirse pasadizos al drenaje. Y los túneles de ferrocarril y los subterráneos. ¿Eh? ¿Comienzas a entender? Además nosotros formaremos un grupo de hombres con cuerpos fuertes y mentes sanas. No recogeremos ninguna basura que caiga por ahí. Una vez más los débiles deben quedar fuera.”

Con el personaje del artillero Wells plasma aquella idea, a mi parecer, siempre latente, que nos ha llevado al desprecio del próximo por considerarlo inferior a nosotros o simplemente por ser diferente. Diría el personaje del artillero “una vez más los débiles deben quedar fuera” pero que pasaría, si no son los débiles sino, otras personas por su credo o raza. La historia de la humanidad nos puede dar distintos ejemplos de cómo aplica en la vida real aquella idea.

La obra es una analogía, que lejos de ser una narración producto de la imaginación, es una historia que, para quien la lea lo lleva a la reflexión. Se trata de un libro que nace de la sensibilidad de un hombre que percibió los sentimientos y comportamientos más viles del ser humano y los expuso a través de esas criaturas a las que llama marcianos. Por ello, cuando el personaje principal, habla acerca de la destrucción marciana señala que “Antes de juzgarlos duramente debemos recordar la destrucción (cruel y absoluta ) que nuestra especie ha provocado no solamente entre los animales como el ya desaparecido bisonte o el pájaro dodo, sino también sobre sus razas inferiores. Los tasmanios, a pesar de su amabilidad característica, fueron completamente eliminados en una guerra de exterminio financiada por inmigrantes europeos en un lapso de cincuenta años. ¿Acaso somos nosotros los apóstoles misericordiosos adecuados para quejarse de que los marcianos luchen con el mismo espíritu?”

Finalmente Wells supo terminar su historia con una lección a la supremacía del hombre donde ni las armas más poderosas de la época pudieron hacer nada contra la invasión en la que justo cuando todo parecía perdido para el hombre, los marcianos fueron “[…] exterminados por la terribles y mortales bacterias contra las que sus organismos nos estaban preparados; exterminados después de que todos los medios humanos fallaron, por las cosas más humildes que Dios, con su sabiduría, ha puesto sobre esta tierra.”

De esa manera concluye la invasión marciana, que bajo el estilo literario de Wells pareciera que leímos la narración verdadera y de la que las reflexiones finales nos expresan lo aprendido de dicha experiencia que bien podría ser retomada por cualquier persona en este momento. Según palabras del personaje que narra la historia “puede ser que en una perspectiva más amplia del universo esta invasión de Marte en última instancia no deje de ser benéfica para la humanidad, nos ha despojado de esa ciega confianza en el futuro que es la mayor fuente de decadencia; son enormes los aportes que ha dado a la ciencia y ha hecho mucho por promover la unión entre los hombres.”

Después de leer obras como la de Wells, no nos queda más que preguntarnos si seremos capaces de asumir cada uno de nosotros la responsabilidad de fomentar lo necesario para vivir en un mundo más respetuoso con toda forma de vida y con la naturaleza. Después de todo, la invasión de los marcianos a la tierra es producida por la necesidad de los marcianos de encontrar otro planeta habitable pues el suyo ya no lo era, y tal vez, algún día no muy lejano, de no hacer nada, nos encontremos en la misma situación, no hay que olvidar que “la ciencia ficción se basa en el futuro, en la posibilidad y desde luego, ya que es literatura fantástica, en la ficción.
 
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